LA REVOLUCION FRANCESA
El sistema social cerrado del Antiguo Régimen, la crisis financiera, la ineficiencia de la administración pública y las nuevas ideas de la Ilustración que se difundían rápidamente, crearía el clima propicio para el estallido revolucionario en 1789.
En 1788, agobiado por la crisis económica, el Rey Luis XVI aceptó llamar a los Estados Generales, una asamblea extraordinaria que no se había convocado en más de ciento cincuenta años. La reunión comenzó el 5 de mayo de 1789 e inmediatamente cayó en el estancamiento. La nobleza deseaba que los tres estados se reunieran por separado y votaran como cuerpos individuales. Pero Tercer Estado, más de 600 diputados, propuso en cambio que todos los estamentos se reunieran juntos y votaran por cabeza. El 10 de junio de 1789, el Tercer Estado se reunió por separado e invitó a los demás a unírseles. El 17 de junio, se declaró Asamblea Nacional y poco después se mudaron a una cancha de tenis donde juraron no separarse hasta que fuera redactada una constitución. Aunque al principio Luis declaró la Asamblea ilegal e incluso ordenó al ejército estacionarse cerca de Versalles, terminó por aceptarla y dictaminó que los demás Estados se unieran a la misma. Mientras, el precio del pan aumentaba constantemente y la tensión social subía. El 14 de julio, unos ochocientos parisinos asaltaron la antigua fortaleza de La Bastilla y marcaron así un punto sin retorno. La aristocracia huyó del país y Luis retiró las tropas.
En el ámbito rural las cosas también empeoraban. Los campesinos comenzaron a atacar los transportes de alimentos que iban a París y se negaron a pagar impuestos. A fines de julio iniciaron la quema de casas de aristócratas y con ellas los documentos que los vinculaban como siervos. Este episodio, conocido como “El Gran Miedo”, se originó en un rumor según el cual la aristocracia se organizaba en grupos para asesinar campesinos. Como consecuencia, la nobleza renunció a sus privilegios. El 5 de octubre, Luis era llevado a Paris como rehén por una muchedumbre y era presionado para aprobar las reformas de la Asamblea. Entre agosto de 1789 y septiembre de 1791 se aprobó entre otras medidas; la abolición de los privilegios, la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, la subordinación de la Iglesia al Estado y la confiscación de todos sus bienes, la sanción de una Constitución y una importante reforma administrativa, judicial y económica del país.
Terminado su trabajo, la mayor parte de la Asamblea sintió que había cumplido con sus objetivos. Sin embargo, los pequeños comerciantes, artesanos y asalariados urbanos no pensaban lo mismo. Conocidos como sans-culottes, pensaban que el privilegio de sangre había sido reemplazado por el del dinero y la nobleza por la burguesía. Convertidos en un factor importante de presión, demandaron el inmediato incremento de salarios, el establecimiento de precios máximos, leyes que previnieran la pobreza y la riqueza extrema y que se castigara a los contrarrevolucionarios. El 10 de agosto de 1792 la muchedumbre atacó el palacio real y masacró a cientos de guardias suizos, la familia real quedó bajo arresto. París era un caos y se generalizó la violencia. El 22 de septiembre la monarquía fue finalmente abolida y fue declarada la república. Luís fue sometido a juicio y ejecutado el 21 de enero de 1793.
La Asamblea, convertida ahora en Convención Nacional, enfrentaba todavía enormes problemas: una galopante inflación y escasez de alimentos que ponía al país al borde de la guerra civil, mientras que en el exterior Austria, Prusia, Holanda, España y Gran Bretaña le habían declarado la guerra. En junio de 1793, los Jacobinos tomaron el poder con el apoyo de los sans-culottes desplazando a los moderados girondinos. A partir de allí el control pasó a manos del Comité de Seguridad Pública liderado por Maximilien Robespierre. Para preservar la república, el Comité instituyó el “Reino del Terror”. Inmediatamente todo opositor cayó en sospecha, unos 17.000 fueron guillotinados y cerca de cien mil fueron detenidos. Pero para el verano de 1794 la situación se había estabilizado y el Comité había perdido liderazgo. El 27 de julio, el “Golpe de Termidor” instaló un nuevo gobierno: El Directorio, y el mismo Robespierre fue arrestado y pasado por la guillotina.
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