MENDOZA Y EL VINO


Con su paisaje condicionado por la aridez, el desarrollo agrícola de la provincia de Mendoza siempre estuvo marcado por la disponibilidad de agua para riego. La Cordillera de los Andes condensa la humedad proveniente del Océano Pacífico que se acumula en invierno en las cumbres nevadas. De allí descienden los ríos que permitieron a los huarpes, desde épocas prehispánicas, desarrollar los canales y acequias que darían origen a los oasis.

Aunque la vid fue introducida en la época colonial desde Chile por los jesuitas, la producción fue muy limitada por muchos años, manteniéndose la elaboración de vinos como una actividad secundaria. Los reducidos espacios irrigados de la provincia se dedicaban entonces casi totalmente al cultivo de alfalfares para la invernada del ganado que era comerciado desde las pampas argentinas hacia Chile. Tierra, aguas de riego y comercio estaban  en manos de las familias terratenientes locales que controlaban además el gobierno provincial.

Hacia fines del siglo XIX, una serie de circunstancias: la crisis económica internacional de 1873, el estallido de la Guerra del Pacífico, la sequía en Chile de 1886; llevaron a la crisis de la actividad comercial ganadera que obligó al gobierno a buscar una alternativa económica para la provincia. El cultivo de la vid fue impulsado  por la elite terrateniente a través exenciones impositivas, créditos y premios destinados principalmente a la clase propietaria. Pero para ello fue necesario contar con más tierras irrigadas que dieron forma a nuevos oasis en los ríos Tunuyán, Diamante y Atuel. La llegada del ferrocarril a Mendoza en 1885 y la creación del banco provincial se señalan como hitos en la explosión de la actividad vitivinícola hacia el fin de siglo.

Junto con la superficie irrigada aumentó también la población y los centros urbanos. La llegada de inmigrantes europeos, especialmente españoles e italianos, resultó fundamental para la actividad. Los recién llegados aportaron mano de obra, pero también trajeron su experiencia, nuevas técnicas de producción y fundamentalmente conocimiento. Se diseminaron nuevos cepajes que reemplazaron a las uvas criollas y mejoraron notablemente la calidad. Los nombres reflejan el orígen foráneo de los mismos: Burdeos, Médoc, Borgoña, Chablis, etc. junto con la vid también se expandieron los olivos, manzanas, duraznos, damascos, peras, ciruelas, membrillos, nueces, almendras. Entre 1885 y 1914, la explosión de la vitivinicultura impuso a la vid como monocultivo en la provincia.

El paisaje mendocino cambió notablemente, los canales y acequias bordean a las propiedades y tierras cultivadas que se protegieron además con trincheras de álamos para detener los vientos. Los terrenos se nivelaron y limpiaron de piedras. Las hileras de plantas se apoyaron en alambres sostenidos por postes de eucaliptos. Las nuevas bodegas reemplazaron el adobe por el ladrillo. Atrás quedó la época del comercio en carretas tiradas por bueyes con Buenos Aires, los vinos pateros avinagrados de poca calidad fabricados en lagares en madera o cuero y añejados en vasijas de barro.

Después de tres décadas de expansión, durante las cuales se pasa de 2.729 ha en 1883 a 53.768 ha en 1912, la vid entrará en crisis hacia los años 50'. Los viñedos se orientaron entonces hacia la fabricación de vinos comunes, priorizando la cantidad sobre la calidad. Pero a partir de los años 90', la vitivinicultura argentina renació a partir de la especialización, los nuevos cepajes, las nuevas tecnologías como el riego por goteo y ,especialmente, la expansión del mercado interno y externo.

Con sus cielos despejados de cortas lluvias estivales y su suelo pedregoso de poca fertilidad, Mendoza posee el ambiente ideal para el desarrollo de este cultivo. Aún así, la disponibilidad de agua para el riego limita la superficie cultivada a tres oasis principales donde se desarrolla una agricultura intensiva que requiere gran inversión y que representan apenas el 3 % de la superficie provincial. En el Norte la Primera Zona abarca los departamentos de Lujan de Cuyo y Maipú que concentran el grueso de la población y recibieron las mayores inversiones a partir de la década de 1990. En el Centro, en los faldeos de la Precordillera, el Valle de Uco a alturas de 1400 metros. Finalmente, al Sur se ubica San Rafael.

Pese a las inversiones y los avances técnicos, las heladas primaverales y el granizo todavía pueden arruinar las cosechas. La vendimia se realiza a mano entre los meses de febrero y abril y  requiere gran cantidad de mano de obra. Mendoza cuenta actualmente con 879 bodegas que en 15.000 has de cultivo, producen el 80 % de los vinos argentinos.




Imágenes: INTA (www.inta.gov.ar)
mapas: Departamento de Irrigación de Mendoza ( www.irrigacion.gov.ar)

Comentarios

Entradas populares