CONGRESO DE VIENA: UN NUEVO ORDEN




En abril de 1814 el Emperador Napoleón abdicaba en Fontainebleau y era conducido poco después al exilio a la isla de Elba. Las potencias triunfadoras: Reino Unido, Austria, Prusia y Rusia, restauraron la monarquía en Francia y comenzaron la tarea de reordenar el mapa europeo, destruir la obra napoleónica y erradicar las ideas revolucionarias del continente.


El Congreso de Viena inició sus conversaciones en octubre del mismo año con la asistencia de diplomáticos de los cuatro grandes de europa: Castlereagh y Wellington por el Reino Unido, Metternich de Austria, Hardenberg y Humbolt por Prusia, el Zar Alejandro de Rusia y Telleyrand en representación de los franceses; entre otros. Prusia y Rusia conformaron pronto un bloque del cual se beneficiaron mutuamente. En el otro extremo, Inglaterra y Austria intentaron contener su expansión. Por iniciativa del Zar Alejandro, Austria, Prusia y Rusia firmaron el pacto de la Santa Alianza y prometieron retomar los preceptos de la Santa Religión para gobernar con justicia, paz, caridad y prestarse mutua ayuda.

El Congreso redefinió a su antojo el mapa europeo sin consultar a los pueblos e ignorando los sentimientos nacionales latentes. Francia fue privada de todas las conquistas napoleónicas y reducida a sus fronteras de 1790. Además, luego del retorno del Emperador y el apoyo dado por el pueblo francés a “Los Cien Dias”, se le exigió el pago de reparaciones de guerra por 700 millones de francos, regresar todas las obras de arte tomadas durante los años revolucionarios y la ocupación del país por cinco años. Con Luis XVIII fue restaurada la monarquía. Pero el nuevo rey chocó con las aspiraciones de la clase media que deseaba mantener algunas reformas revolucionarias.

Los polacos contemplaron impotentes como su país era borrado del mapa y quedaban sujetos al Zar Alejandro. Holanda y Bélgica fueron unificadas bajo la casa de Orange, mientras Dinamarca (en castigo a su apoyo a Napoleón) fue privada de Noruega que fue entregada a Suecia. Italia continuó fragmentada y sometida en su mayor parte a Austria y los países Alemanes fueron reorganizados en una confederación de 38 Estados bajo el control del emperador austríaco. Prusia adquirió la ribera izquierda del Rin y el título de potencia europea.

En los Balcanes, los turcos reprimieron una revuelta en Rumania que creyó erróneamente contar con el apoyo de Alejandro. Grecia tampoco recibió ayuda en su lucha por la independencia y unos cien mil griegos murieron luchando. En 1824, la muerte del poeta Lord Byron en Mussolonghi, la última fortaleza griega, movió a la solidaridad del mundo. Los ingleses enviaron la armada que, unida a la rusa y francesa, atacaron y destruyeron a la flota turca el 20 de octubre de 1827 en Navarino. En 1829 Grecia obtuvo su independencia.

En España debieron recibir nuevamente a Fernando VII que llevaba cuatro años cautivo de Napoleón. Pero “El deseado” despreció la constitución liberal de 1812 y debió ser sostenido por los ejércitos de la Santa Alianza. Las colonias españolas de América del Sur, que habían aprovechado la lucha contra Napoleón para desembarazarse de su dependencia, contaron con el inesperado apoyo de los británicos que se negaron a prestar su flota para transportar un ejército interventor. Los ingleses valoraban el comercio que estos nuevos estados le proporcionaban. En 1823, el presidente James Monroe declaró que Estados Unidos consideraría cualquier intento de los Aliados de extender su dominio al Hemisferio Occidental como un peligro a su paz y seguridad y como una manifestación de mala predisposición hacia su país.


Imágenes: LIFE (http://images.google.com/hosted/life)

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