¡GÜEMES!
Volvió a su tierra natal junto con el nuevo comandante en jefe José de San Martín, que valoró la actuación de los gauchos y su sistema de guerra de guerrillas. Con los restos del ejército del Norte, luego de los desastres de Vilcapugio y Ayuhuma, San martín adoptó una estrategia defensiva construyendo la fortaleza de La Ciudadela y dedicándose a recomponer las fuerzas. Por consejo de Dorrego, nombró a Güemes jefe de la retaguardia y le confió la custodia de los pasos fronterizos. El jefe español, Pezuela, que avanzó con su ejército de 4000 hombres hasta Jujuy, fue obligado a retroceder frente al hostigamiento de los gauchos salteños.
Agricultor o peón de hacienda, muy vinculado a su patrón y fiel a sus compañeros, el gaucho norteño estaba siempre dispuesto a combatir. Su principal elemento era el caballo y sus armas la lanza, el lazo, la boleadora y el facón. La lanza se fabricaba en forma casera, simplemente atando un cuchillo a una caña o vara. El dominio del lazo le permitiría atrapar y arrastrar a sus enemigos de sus propios campamentos. La vestimenta incluía el poncho, botas de cuero, chiripá, espuelas, sombrero de ala ancha. Para lidiar con la abundante vegetación de la selva norteña, utilizaban un cuero de toro que protegía las piernas de espinas y ramas.
Frente a la superioridad numérica de los ejércitos españoles, los gauchos de Güemes optaron por la guerra irregular. Partidas de 30 hombres cargaban furiosamente contra el enemigo lanzando alaridos, causaban algunas bajas y se dispersaban antes de que éste pudiera reaccionar. Luego, con sorprendente rapidez, se reorganizaban y atacaban nuevamente. Por la noche, al amparo de la oscuridad, robaban los caballos o se deslizaban en el vivac para secuestrar o degollar a los centinelas. El resultado, fue el desconcierto y el pánico en las filas españolas.
Luego de la victoria de Güemes en Puesto de Márquez, las relaciones entre el salteño y el comandante Rondeau se habían deteriorado. Aún más cuando el primero, al pasar por Jujuy, retiró 600 fusiles y 300 soldados que se llevó a Salta, donde fue nombrado gobernador. Pese a la intervención de Domingo French, enviado por Buenos Aires para mediar entre ambos jefes, Rondeau no quiso escuchar razones, nombró a Güemes “reo de Estado” y ocupó militarmente la ciudad. Pero, sometido al vació de recursos y hostigado constantemente por los gauchos, no le quedó más remedio que entrevistarse con el salteño y firmar un acuerdo de amistad.
En junio de 1816 Güemes estaba nuevamente al frente de la defensa de la frontera norte, en combinación con el General Belgrano, que por segunda vez había sido designado comandante del Ejercito del Norte. Güemes, sin embargo, se mostraba independiente y su subordinación al jefe porteño era solo formal, aunque existía entre ambos una relación cordial.
A lo largo de la guerra de independencia, se produjeron nueve invasiones realistas desde el Alto Perú. Solo la primera logró penetrar hasta Tucumán, donde fue derrotada por el general Belgrano en septiembre de 1812. Pero después de Vilcapugio y Ayohuma y especialmente tras la derrota de José Rondeau en Sipe-Sipe, la situación se tornó muy difícil. Solo las Provincias del Río de la Plata mantenían la resistencia frente al contraataque español que dominaba toda América y planeaba converger en Buenos Aires fuerzas combinadas desde el Norte, Chile y la Banda Oriental. El general José de la Serna asumió la comandancia en septiembre de 1816, contando con tropas veteranas y aguerridas que ascendían a 7000 hombres, no planeaba detenerse hasta destruir al ejército de San Martín y sofocar la rebelión porteña. Sin embargo, para julio de 1817, después de no menos de 50 enfrentamientos, las tropas españolas abandonaban vencidas el actual territorio argentino hostigadas constantemente por los gauchos de Güemes.
Imágenes: www.camdipsalta.gov.ar
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