DESIERTOS NORTEAMERICANOS



Desde Oregon hasta México, entre las Rocallosas y las cadenas de costeras del océano Pacífico; se extiende un mosaico de paisajes unidos por la exigüidad en sus registros pluviométricos: La Gran Cuenca, Mojave, Sonora, Chihuahua; cada uno con sus particularidades conforman la gran área desértica de América del Norte.





Encerrada entre alineamientos montañosos, la Cadena de las Cascadas y la Sierra Nevada al este y las Rocallosas al oeste, la Gran Cuenca debe su extrema sequedad al aislamiento y a la “sombra” que provocan sobre las lluvias los encadenamientos costeros. En este ambiente, las escasas precipitaciones caen principalmente en invierno en forma de nieve y someten a la escasa vegetación a un intenso estrés hídrico. La presencia de lagos salados como el Great Salt Lake evidencian la presencia de un mar interior en el pasado geológico. La evaporación desencadena la precipitación de las sales que se depositan de acuerdo a su grado de solubilidad. Primero lo hacen los carbonatos, luego los sulfatos y finalmente el cloruro de sodio. Algunas de estas poseen aplicaciones en la industria como los boratos, utilizados en la fabricación de jabones, productos farmacéuticos, herbicidas.

Más al sur, el desierto de Sonora, es mucho más rico y diverso; ya que se alimenta de lluvias tanto en invierno como en verano, lo que permite a la vegetación desarrollarse mejor. Destaca en el paisaje el saguaro, el cactus más alto de América del Norte. Con 12 metros y hasta 200 años de antigüedad, el saguaro forma densos “bosques” en combinación con la vegetación arbustiva y de hierbas. Su crecimiento es extremadamente lento y su florecimiento se produce en primavera, luego de lo cual generará un fruto rojo; alimento de varios habitantes de la estepa. Entre ellos el pájaro carpintero de Gila, especie que anida en huecos labrados en el tronco y ayuda a diseminar las semillas.

En el desierto de Mohave se desarrollan varias especies de yuccas, ausentes en los anteriores. Una de ellas, el árbol de Joshua, es característico de este sector. El Death Valley o Valle de la Muerte, en el límite entre California y Nevada, es considerado el sector más seco y ardiente de Estados Unidos (57°C Furnace Creek 1913). Es una cuenca tectónica cuyo punto inferior de -86 metros (Badwater Basin) es uno de los más bajos del Continente. Las lluvias esporádicas pueden dar origen a lagos efímeros que pronto se evaporan para formar las playas, áreas chatas cubiertas de una costra de barro y sales cuarteadas por el sol en curiosas formas geométricas. En medio de esta uniformidad, suelen encontrarse rocas sueltas (algunas de hasta 300 kg) cuyo rastro parece indicar haberse desplazado por la superficie salina regular. Estas sliding rocks representan aun un misterio y un atractivo turístico más del Death Valley.

En México, prolongándose hacia Texas, se halla el desierto de Chihuahua. Más alto (1000-1500 mts.), goza de veranos muy ardientes, pero de inviernos frescos y con presencia de heladas. Las lluvias aquí alcanzan los 300 mm anuales y se producen principalmente en la época estival. Entre la vegetación característica se destaca la lechuguilla. Con hojas de 30 centímetros, muy resistente a la sequedad, este ágave desarrolla en la madurez un estambre de hasta 3 metros antes de florecer y morir. Sustento de murciélagos e insectos, la lechuguilla se utiliza también para la fabricación de una fibra muy resistente (ixtle reforzado), materiales aislantes, tapetes, colchones, jabones shampoos, etc.


imágenes: http://www.nps.gov

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