LA ESPAÑA NAPOLEÓNICA

Al comenzar el siglo XIX Francia extendía su dominio sobre la mayor parte de Europa continental, de los antiguos enemigos, sólo Inglaterra de mantenía en pie. En 1804, España, aliada de Napoleón, proporcionaría la flota para enfrentar a la Royal Navy. Pero la victoria del Almirante Nelson en Trafalgar, el 21 de octubre de 1805, convirtió a Gran Bretaña en dueña absoluta de los mares, puso fin al sueño napoleónico de invasión y sentó las bases del futuro imperio británico.



El sistema continental, creado a partir del Decreto de Berlín de 1806, buscó excluir al comercio inglés del continente prohibiendo a todos los gobiernos aliados importar productos de este país. En busca de completar el bloqueo económico, el 27 de octubre de 1807 se firmó con España el Tratado de Fontainebleau, que permitió a las divisiones francesas atravesar el territorio español para acceder a Portugal. En otoño de 1807 más de cien mil hombres al mando del general Junot, ocuparon España, tomaron Lisboa y desplazaron al regente de Portugal, Don Juan de Braganza. Pero los ingleses, advertidos de las intenciones del emperador, trasladaron antes secretamente la familia real a Río de Janeiro.



Mientras tanto, la monarquía española se hallaba en crisis. El príncipe Fernando buscaba la abdicación de su padre, Carlos IV, dominado por la presencia del primer ministro Manuel Godoy. El 18 de marzo se produjo el motín de Aranjuez, Godoy fue capturado y el rey abdicó a favor de su hijo que asumió el trono cono Fernando VII.



Carlos IV recurrió entonces a Napoleón y solicitó su protección. El 24 de marzo Fernando entró en Madrid, pero fue desconocido por Murat, comandante de las tropas francesas. Napoleón se ofreció a actuar como mediador y en Bayona solicitó a los miembros de la familia real española la abdicación en su persona para luego pasar la corona a su hermano José, rey de Nápoles.

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