LA ESTEPA PATAGÓNICA


Las estepa patagónica es una vasta eco-región de clima semiárido que se extiende en el extremo sur del continente sudamericano, entre la Cordillera de los Andes y el Mar Argentino. Cubierta por una vegetación xerófila de arbustos y gramíneas, especialmente adaptada a las condiciones de sequedad y a los fuertes vientos que barren la región desde oeste, este ambiente frágil ve amenazado su equilibrio ecológico por las actividades humanas que se desarrollan desde principios del siglo XX. La ganadería ovina extensiva y la exploración y explotación petrolífera constituyen los dos principales rubros que sustentan las economías provinciales y a la vez representan las amenazas más importantes a este medio.


A las escasas lluvias, que en su mayor parte se concentran en la época invernal con registros que van desde los 100 hasta los 500 mm anuales; se suma la acción desecante del viento, que alcanza ráfagas de hasta 100 km por hora. El clima riguroso y los suelos, muy pobres en materia orgánica, pedregosos o salinos, obligan a la vegetación a desarrollar estrategias de adaptación: hojas pequeñas , cutículas gruesas o resinosas para evitar la evaporación, almacenamiento de agua en tallos suculentos, raíces profundas para captar mayor humedad y una forma achaparrada para evitar el efecto secante del viento.

Las variaciones en las precipitaciones y la altura marcan la existencia de distritos que se caracterizan por el desarrollo de un tipo de vegetación particular. En el distrito central, el más extenso y con precipitaciones no mayores a 150 mm anuales, predominan los arbustos bajos y las gramíneas como la mata negra. En el distrito occidental, las precipitaciones aumentan hasta los 250 mm anuales dominando el coirón amargo, el neneo y el calafate. Más al sur, el distrito subandino es algo más húmedo, con lluvias que van desde los 250 a los 500 mm, allí predomina la estepa de gramíneas poblada por el coirón blanco. En el distrito del golfo de San Jorge, también abundan las gramíneas como el coirón y los arbustos como el charcao. Finalmente, en el distrito fueguino, en el norte de Tierra del Fuego, se extienden las estepas de gramíneas con arbustos bajos como la mata negra.

La cría extensiva del ovino comenzó en la Patagonia luego de la Conquista del desierto y la aniquilación de los grupos nómades tehuelches que durante miles de años recorrieron la región desde la costa hasta la cordillera cazando las entonces abundantes poblaciones de guanacos y choiques. Con el poblamiento blanco, el stock patagónico comenzó a crecer hasta mediados del siglo xx, cuando comienza a decrecer. En 1991, la quiebra lanera australiana desató la crisis caracterizada por la caída de los precios internacionales. Patagonia no pudo sostener la majada afectada por los fenómenos naturales locales como la erupción del volcán Hudson de 1991 y las nevadas extraordinarias de 1995 y 1997. A estos factores, se sumaron la convertibilidad que perjudicó la comercialización y la caída en la productividad por efecto del avance de la desertificación. Actualmente, la sequías en Australia, África y el Lejano Oriente, que disminuyeron el stock mundial en un 17 por ciento (200 millones de cabezas), han elevado los precios de la lana; y la devaluación del peso favorece nuevamente el mercado lanero patagónico.

Las mesetas occidentales contienen las mejores condiciones para la producción de raza merino fino con los mejores rindes. En la meseta central, donde las sequías estivales pueden durar siete meses seguidos y donde escasean las fuentes de agua, se cría merino rústico. En el sur, donde dominan las bajas temperaturas y las copiosas nevadas invernales, predomina la raza corriedale. Mientras que en Santa Cruz existen grandes propiedades mayores a 10.000 ha, en Río Negro y Neuquén son menores a 10.000 ha. En las grandes explotaciones el campo se divide en secciones controladas por jornaleros que manejan entre 1.500 y 2000 ovejas. Los establecimientos que cuentan con una majada de menos de 1000 animales pueden ser considerados de subsistencia, donde la atención es familiar y emplea a menudo a los niños en época escolar. Este tipo de explotación representa el 50% en Neuquén, 43% en Río Negro, 30% en Chubut y resulta insignificante en Santa Cruz y Tierra del Fuego.

En la cumbre de Río de Janeiro de 1992, las Naciones Unidas definió el término desertificación como la degradación de las tierras de las zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas resultante de los diversos factores, tales como las variaciones climáticas y las actividades humanas. En Patagonia, este factor constituye el principal problema ecológico, producido principalmente por el sobrepastoreo ovino. Los animales, limitados por el alambrado, tienden a consumir una determinada especie vegetal y pueden llevar a eliminarla totalmente, el suelo queda entonces desnudo y expuesto a la erosión del viento y el agua. En las cuencas petroleras la modificación es más intensa con la construcción de camino, estudios geológicos, instalación de cañerías, el paso de maquinaria pesada; el suelo se ve compactado, erosionado y contaminado. Sin embargo el impacto se realiza en áreas mucho menos extensas. La desertificación tiene sus consecuencias: disminuye la biodiversidad, se alteran las cuencas hidrográficas, los campos pierden productividad, los animales son más flacos, aumenta la mortandad, se reduce la majada, baja la rentabilidad. Así el poblador rural patagónico es obligado a emigrar hacia la ciudades donde se ve expuesto al desempleo y la pobreza. La ley 25.422 de Recuperación de la Ganadería Ovina, busca mejorar la producción y retener en el campo a la población rural. La ley financia programas para mejorar la producción, la retención de vientres, mejoras genéticas, exigiendo a cambio la planificación del pastoreo en base a la evaluación de los pastizales.

imágenes:  www.inta.gov.ar
                 www.ambiente.gov.ar
          

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