DEEPWATER HORIZON



El 3 de junio de 1979, el pozo petrolero exploratorio Ixtoc I estalló en la Bahía de Campeche derramando 530 millones de litros de petróleo hasta su sellado final el 23 de marzo de 1980. Casi treinta años después, el 20 de abril de 2010, todo volvía a suceder: la plataforma petrolera Deepwater Horizon, estallaba en llamas en el Golfo de México. Pero, mientras el pozo Ixtoc se encontraba sobre la plataforma continental a unos 50 metros de profundidad, Deepwater Horizon perforaba bajo 1.500 metros de agua. Sin embargo, ambos accidentes se originaron en fallas similares.



La firma Transocean, bajo contrato de la British Petroleum (BP) se encargaba de la perforación en el Golfo de México. A medida que el taladro perforaba la roca del fondo marino, el pozo era cementado y la enorme presión lograba mantenerse estable mediante el constante bombeo de un fluido al que se denomina “mud” o barro. Una vez finalizada la perforación, el pozo fue sellado mediante un dispositivo conocido como “BOP” (Blowout preventer system) que además mide la presión e integridad del mismo. Construida en 2001, la plataforma había tenido un costo de 350 millones de dólares, medía 378 pies de alto y tenía un costo operativo de un millón de dólares diarios. El 20 de abril de 2010, una falla en el Bop causó un repentino surgimiento de gas y petróleo que culminó en una violenta explosión, matando a 11 trabajadores y liberando el mayor desastre ambiental en la historia de Estados Unidos. El 22 la plataforma se hundía en el mar sin que se pueda sellar la tubería que la conectaba con el pozo.

La fuga de crudo y gas intentó ser contenida varías veces utilizando diferentes estrategias. El 2 de mayo BP comenzó a perforar dos pozos aliviadores para disminuir la presión. El 5 logra sellarse uno de los tres puntos de fuga. El 16 se inserta un tubo para succionar parte del petróleo hacia un barco en la superficie. El 26, logra conectarse un sistema de tubos al Bop para inyectar una mezcla de materiales para controlar la fuga, el intento falla. El 2 de junio se corta el tubo de ascenso y se baja un “sombrero” sobre el Bop, la fuga sin embargo continúa. El 16 del mismo mes, se abre una segunda ruta para bombear diez mil barriles por día a la superficie. El 10 de julio se quita el sombrero para reemplazarlo por uno más ajustado. El 15, se insertan nuevas válvulas y el flujo es finalmente detenido por primera vez.

Mientras tanto, la mancha de petróleo avanzaba sobre la costa del Golfo y comenzaba a afectar la vida marina y costera con consecuencias aún por establecerse. La mancha de crudo intentó ser contenida con flotadores y dispersantes. Aunque el petróleo se degrada naturalmente por acción de los microbios, este proceso puede ser muy lento. Por eso las grandes compañías utilizan la “microbiología del petróleo” que pretende recuperar los metales y eliminar los contaminantes como los detergentes. Se trata de 200 variedades de microorganismos aislados del mismo petróleo que son capaces de degradar el hidrocarburo utilizándolo como única fuente de carbono y energía, aún en condiciones de alta temperatura, salinidad y baja presencia de oxígeno. Sin embargo, todavía se está en búsqueda del microrganismo ideal que ataque solo a los hidrocarburos sin afectar la vida y al hombre.

En el Golfo de México las condiciones climáticas favorecen este proceso, pero el petróleo nunca va a desaparecer completamente, una gran parte puede acabar en el fondo del mar o debajo de las rocas de la playa. La recuperación de las áreas impactadas pueden producirse a un ritmo muy dispar, dependiendo de la gravedad, el plazo puede extenderse por varios años.

Con la llegada de la marea negra se produce primero una ola de mortandad producto del empetrolamiento de aves, mamíferos que pierden el aislamiento que les proveen plumas y pelo. A partir de allí, la recuperación depende de la capacidad de las especies de reproducirse. En el caso de los animales de larga vida como delfines, tiburones y tortugas, por ejemplo, puede tomar entre diez y veinte años. Los peces pueden recuperarse mucho más rápido, pero dependen de las regulaciones que se establezcan sobre la pesca comercial. El accidente del Ixtoc demostró que las playas de arena y costas rocosas pueden recuperarse rápidamente, pero los pantanos y marismas salinas pueden tardar décadas. Sin embargo, las capturas de peces nunca se recuperaron totalmente y muchos pescadores mexicanos tuvieron que cambiar de empleo.


imágenes
portada: http://www.greenpeace.org
infografía: http://blog.infographicworld.com


                  

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