LOS HIELOS CONTINENTALES Y EL CAMBIO CLIMÁTICO

En 1988 fue creado, en el ámbito de Naciones Unidas, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) cuya función consiste en analizar la información científica relevante para entender el riesgo que supone el cambio climático provocado por las actividades humanas.
El más reciente informe del IPCC publicado en el año 2007 destaca que el promedio de la temperatura global durante los últimos 100 años (1906-2005) aumentó 0,74°C y que la cubierta de hielos permanentes y de nieve ha decrecido a escala global. El calentamiento del sistema climático es inequívoco según el IPCC y considera que “la mayor parte del aumento observado en las temperaturas medias mundiales desde mediados del siglo XX se debe muy probablemente al aumento observado de las concentraciones de gas de efecto invernadero de origen antropogénico”. La influencia humana a la que hace referencia el IPCC se debe básicamente a la quema de combustibles fósiles. Estas actividades producen un incremento de la concentración de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera que alteran su equilibrio y tiende a calentar la superficie de la Tierra y de las capas bajas de la atmósfera.




Entre otros impactos se proyectan cambios a escala global y regional de la temperatura, de la precipitación y de otras variables climáticas, generando el derretimiento de grandes masas de hielo y provocando así el aumento del nivel de los océanos. También se incrementará la frecuencia e intensidad de fenómenos climáticos extremos como olas de calor, la ocurrencia de inundaciones y sequías, la expansión de diversas enfermedades por modificación del área de influencia de vectores transmisores y el colapso de numerosos ecosistemas. Todos estos efectos impactan seriamente en las actividades socio-económicas en todas las regiones del mundo.




Uno de los efectos esperados del cambio climático es la desaparición masiva de hielos permanentes de la superficie de la Tierra, tanto en los casquetes polares como en diversos cuerpos de hielo sobre los continentes. Son múltiples los impactos asociados a una masiva pérdida de glaciares. Una de las consecuencias más directas es el aumento en el nivel de los océanos. También supone la pérdida de superficie reflectante en la Tierra lo que aumentará el calentamiento por efecto de una mayor radiación solar absorbida por la superficie terrestre.




Los campos de hielo son extensas áreas rocosas cubiertas por un manto de hielo, cuyos márgenes forman ventisqueros que desembocan, a través de fiordos y canales, al mar o algún lago. Los campos de hielo serían restos de glaciares de mucho mayor tamaño formadas durante la última glaciación y representan las principales reservas de agua potable del mundo.




El Campo de Hielo Patagónico Norte (HPN) está localizado en su totalidad en Chile, mientras que el Campo de Hielo Patagónico Sur (HPS) es compartido entre Argentina y Chile. Cubren dos áreas de 4.200 y 13.000 km2 respectivamente. De esta masa de hielo se desprenden, hacia las cuencas de los lagos Argentino y Viedma, 13 grandes glaciares (de norte a sur: Marconi, Viedma, Moyano, Upsala, Agassiz, Bolado, Onelli, Peineta, Spegazzini, Mayo, Ameghino, Moreno y Frias). La mayoría de estos glaciares han retrocedido considerablemente durante el último medio siglo. El volumen de hielo perdido por los glaciares proviene de la disminución de sus alturas y el retroceso del frente de los glaciares desde hace 30 años hasta la actualidad. La causa principal de la reducción del espesor de los glaciares de la Patagonia es el balance negativo de masa causado por el aumento de las temperaturas y la reducción de las lluvias en el sur de Chile y la Argentina.






Aproximadamente el 70% del territorio argentino puede considerarse climática y fisiográficamente árido. En consecuencia, el monitoreo de los recursos hídricos sólidos es un proceso fundamental para determinar el uso actual del agua y su disponibilidad a mediano y largo plazo. Esta es la importancia de la Ley 26.148, conocida públicamente como “Ley de Glaciares”, que fue aprobada por unanimidad por la Cámara de Diputados en 2007 y por amplia mayoría en Senadores, en octubre de 2008. Sin embargo, tres semanas después de su aprobación, el 10 de noviembre, fue vetada por el Poder Ejecutivo. El objetivo de la ley vetada es establecer los presupuestos mínimos de protección ambiental de los glaciares y del ambiente periglacial con el objeto de su preservación, así como la creación de un inventario nacional de glaciares para su adecuada protección, control y monitoreo.
Extracto del informe "Cambio climático, futuro negro para los glaciares" de Greenpeace.

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