LA GUERRA POR EL DESIERTO

El cacique araucano Calfucurá llegó a las pampas argentinas desde Chile en la década de 1830 y logró consolidarse como la cabeza de una gran confederación de pueblos indígenas. Su toldería principal se encontraba en las Salinas Grandes, punto estratégico desde donde controló el comercio de ganado y sal y negoció durante más de tres décadas los tratados con el gobierno . Cada vez que los “huincas” incumplían un acuerdo, ya sea no entregando las rasiones a tiempo (generalmente ganado o agua ardiente) o atacando las tolderías, Calfucurá lanzaba sobre las poblaciones y fuertes de la frontera interna al malón. Eran incursiones rápidas y violentas que tenían como fin principal el saqueo y el robo de ganado en pie que era conducido a Chile donde era comercializado a cambio de ropa o agua ardiente.

Cacique Namuncurá 
Luego de la caída de Rosas, la política del gobierno de la provincia cambió drásticamente, alejándose de la negociación pacífica. Se suspenderon los racionamientos y se avanzó militarmente sobre los territorios indígenas. Pero la política fracasó, el acuerdo de Calfucurá con Urquiza en 1854 extendió la confederación abarcando a los pueblos raqueles del sur de San Luis y a numerosas tribus independientes. El terror al malón se difundió entonces por la provincia y la frontera interior retrocedió a los límites anteriores al gobierno de Rosas. Sin embargo, el retorno de la política de rasionamientos en 1856 fue descomponiendo la unidad política de Calfucurá, dejando a ranqueles y araucanos como los principales grupos de resistencia al avance sobre el desierto. En 1870, con el fin de la guerra con Paraguay, se intensificaron los ataques sobre las tolderías motivando un nuevo enfrentamiento con Calfucurá. Con una fuerza de 3500 indígenas,se enfrentó a las Tropas nacionales en San Carlos (Bolivar) pero sería derrotado gracias al apoyo con el que contaron las fuerzas del gobierno por parte de los indios de los caciques Catriel y Coliqueo. El gran cacique araucano se refugió entonces en las Salinas donde falleció el 4 de junio de 1873.

Cavando la Zanja de Alsina
Tras su muerte, asumió el gobierno de la confederación indígena su hijo Namuncurá a quién legó también la misión de no ceder el paso de Carhué al huinca. Con la llegada de Avellaneda a la presidencia en 1874 y la necesidad de incorporar nuevas tierras al modelo agroexportador, se plantearon dos proyectos alternativos para enfrentar al problema indígena. El del ministro de guerra y marina, Adolfo Alsina consistía en una estrategia defensiva y ofensiva con construcción de fortines, poblaciones estables conectadas por el telégrafo y una zanja defensiva de dos metros de profundidad que llegó a cubrir unos 374 kilómetros. En 1876, la nueva frontera logró establecerse a través de los fuertes de Guaminí, Carhué, Trenque Laufquen y Puán.

Roca en la Campaña al Desierto
(Oleo de Blanes)
Pero su muerte en 1877, llevó al ministerio a Julio Argentino Roca que presentó un nuevo plan definitivamente ofensivo. En octubre de 1878 el Congreso aprobó la ley 947 que se propuso trasladar la frontera hasta los ríos Neuquén y Negro, la ocupación de las tierras fiscales, la fundación de nuevos centros poblados y la reubicación de los indios “amigos” a nuevas ubicaciones. La Campaña al Desierto contó además con seis mil hombres bien montados, alimentados, pagados y armados con el recientemente adquirido fusil a repetición Remington. Al finalizar exitosamente la campaña, Roca contó con el prestigió necesario para convertirse en el nuevo presidente de la Nación.

En 1883 Namuncurá se rindió finalmente ante el ejército argentino. A cambio, el gobierno le ofreció tierras en Chimpay (Río Negro), una pensión vitalicia y el rango de coronel. Allí vivió con sus mujeres y nació su hijo Ceferino, hasta que el gobierno le quitó las tierras. Namuncurá fallecería el 1° de agosto de 1908 a los 97 años de edad en Alumné.

Imágenes: Historia Argentina- Diego Abad de Santillán.

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