LA SELVA NUBLADA
En el noroeste argentino se desarrolla una cuña boscosa que se extiende desde el límite con Bolivia hasta Tucumán. Este ambiente, conocido como selva nublada o yungas, cubre un relieve de elevaciones que corresponde a los sistemas serranos de las Sierras Subandinas y la Precordillera Salto- Jujeña
La precordillera o Cordillera Oriental representa el límite oriental de la Puna, se halla separada de esta por la Quebrada de Humahuaca, y constituye una alta barrera climática que contiene los últimos restos de humedad que transportan los vientos del noreste.
Las Sierras Subandinas constituyen un relieve más antiguo, bajo y erosionado; aunque como la Precordillera ha sido rejuvenecido durante el proceso de elevación de la Cordillera de los Andes. Los cordones, de orientación Norte – Sur, se encuentran atravesados por los valles de los ríos Bermejo, San Francisco y Pasaje Juramento, de gran importancia en la ubicación de la población, el riego y la circulación. El clima de la región, con sus temperaturas subtropicales moderadas con la altitud, se caracteriza por una gran cantidad de precipitaciones fuertemente concentradas en verano que origina una gran cantidad de cursos de agua que bajas de las sierras para alimentar los ríos mencionados, transformándolos en rápidos torrentes de gran poder erosivo.
La variación climática que se produce en las laderas de las sierras se refleja en el desarrollo de la vegetación que se presenta en pisos limitados por la distribución de las lluvias. En las áreas bajas y hasta aproximadamente los 500 metros se desarrolla la selva basal, de aspecto similar a la selva misionera, con árboles de 30 metros, pero con sus propias especies entre las que se encuentran el palo blanco, palo amarillo y cebil. Este sector es el que ha sufrido la mayor transformación debido al desmonte para abrir campos a la actividad agrícola dominada por el cultivo de la caña de azúcar, tabaco, hortalizas, cítricos y a la explotación petrolera. Las lluvias alcanzan allí los 1000 mm y los inviernos secos justifican la presencia de árboles caducos como el jacarandá y el lapacho.
Por encima de los 500 metros encontramos la selva montana. En este sector, las nubes tocan las laderas imprimiéndole a la selva su nombre y elevando el nivel de precipitaciones, que sobrepasan los 2500 mm, y la humedad ambiental evidenciada en la presencia abundante de epífitas como la barba de viejo. La especie dominante es el laurel de la falda, cuyo tronco alcanza un diámetro de hasta 3,80 metros y una altura de 40 metros. La selva ha sido intensamente explotada para extraer las valiosas maderas. Estas actividades aceleran la erosión hídrica de las laderas y el lavado de suelos.
El bosque montano se desarrolla por encima de los 1200 metros, dominado por especies caducas propias de un clima templado con inviernos fríos y lluvias limitadas a 400 mm. Las especies más importantes son los alisos, pinos y queñoa. Por encima de este estrato se extienden los prados montanos con gramíneas y plantas herbáceas. Este ambiente complejo, único y muy codiciado por el capital privado se encuentra apenas protegido por tres parques nacionales: El Rey, Calilegua y Baritú; la Ley de Bosques podría poner fin al desmonte y evitar la desaparición de especies amenazadas como el yaguareté.
Las Sierras Subandinas constituyen un relieve más antiguo, bajo y erosionado; aunque como la Precordillera ha sido rejuvenecido durante el proceso de elevación de la Cordillera de los Andes. Los cordones, de orientación Norte – Sur, se encuentran atravesados por los valles de los ríos Bermejo, San Francisco y Pasaje Juramento, de gran importancia en la ubicación de la población, el riego y la circulación. El clima de la región, con sus temperaturas subtropicales moderadas con la altitud, se caracteriza por una gran cantidad de precipitaciones fuertemente concentradas en verano que origina una gran cantidad de cursos de agua que bajas de las sierras para alimentar los ríos mencionados, transformándolos en rápidos torrentes de gran poder erosivo.
La variación climática que se produce en las laderas de las sierras se refleja en el desarrollo de la vegetación que se presenta en pisos limitados por la distribución de las lluvias. En las áreas bajas y hasta aproximadamente los 500 metros se desarrolla la selva basal, de aspecto similar a la selva misionera, con árboles de 30 metros, pero con sus propias especies entre las que se encuentran el palo blanco, palo amarillo y cebil. Este sector es el que ha sufrido la mayor transformación debido al desmonte para abrir campos a la actividad agrícola dominada por el cultivo de la caña de azúcar, tabaco, hortalizas, cítricos y a la explotación petrolera. Las lluvias alcanzan allí los 1000 mm y los inviernos secos justifican la presencia de árboles caducos como el jacarandá y el lapacho.
Por encima de los 500 metros encontramos la selva montana. En este sector, las nubes tocan las laderas imprimiéndole a la selva su nombre y elevando el nivel de precipitaciones, que sobrepasan los 2500 mm, y la humedad ambiental evidenciada en la presencia abundante de epífitas como la barba de viejo. La especie dominante es el laurel de la falda, cuyo tronco alcanza un diámetro de hasta 3,80 metros y una altura de 40 metros. La selva ha sido intensamente explotada para extraer las valiosas maderas. Estas actividades aceleran la erosión hídrica de las laderas y el lavado de suelos.
El bosque montano se desarrolla por encima de los 1200 metros, dominado por especies caducas propias de un clima templado con inviernos fríos y lluvias limitadas a 400 mm. Las especies más importantes son los alisos, pinos y queñoa. Por encima de este estrato se extienden los prados montanos con gramíneas y plantas herbáceas. Este ambiente complejo, único y muy codiciado por el capital privado se encuentra apenas protegido por tres parques nacionales: El Rey, Calilegua y Baritú; la Ley de Bosques podría poner fin al desmonte y evitar la desaparición de especies amenazadas como el yaguareté.
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