MARATÓN

Para el siglo VI antes de Cristo, el rey de los Persas, Dario, dominaba un gran imperio que abarcaba desde el Indo hasta el Mediterráneo, y desde Asia Menor hasta Egipto. Ahora era tiempo de incursionar en Europa y de enfrentar a sus peores enemigos: los griegos.

La excusa para iniciar la campaña la proporcionó la rebelión de las ciudades griegas de Asia que recibieron la ayuda de una pequeña flota ateniense. Una vez sofocada en forma ejemplar la revuelta, Darío preparó un gran ejército que se encaminaría por mar directamente a Atica para castigar la insolencia griega.

El ejército de Dario estaba comandado por el griego Hipias y por un sobrino del rey llamado Artaphernes. Las tropas navegaban en 600 naves que transportaban un total de aproximadamente 25.000 soldados. Los barcos cruzaron el Egeo en el verano del 490 a C. y escogieron para desembarcar la llanura de Maratón, a una jornada de marcha de Atenas. La principal fuerza de este ejército eran los arqueros, unos diez mil hombres que podían causar un gran daño a sus enemigos.

El ejército griego estaba compuesto en su mayor parte por Hoplitas, soldados disciplinados y armados con escudos redondos y con una lanza de 2 a 3 metros de largo con una punta de hierro en forma de hoja y una base piramidal aguda. Aunque también llevaban una espada de hierro o bronce colgada del cuello, la forma de pelea de los hoplitas era la falange, una formación lineal y apretada cuya principal arma era la lanza. Solo los ciudadanos libres atenienses podían ser hoplitas. El ejército, al igual que la sociedad, estaba dividido en diez tribus, cada una compuesta por 900 hoplitas y dirigidas por su propio general o estratego. Aunque en la batalla de Maratón este número fue completado con esclavos a los que se les permitió participar a cambio de la libertad. También contaron los atenienses con la ayuda de la pequeña ciudad de Platea y unos 1000 hombres que elevaron su número a 10.000. Aún así eran superados en número por los persas.

Lo atenienses optaron por solicitar la asistencia de sus aliados de Esparta. Para esta tarea eligieron al corredor Fidípides que en sólo una jornada cubrió el trayecto. Pero los espartanos estaban en ese momento en medio de una fiesta religiosa y comunicaron al mensajero que no podrían enviar ayuda hasta la próxima luna llena. Los atenienses decidieron entonces ir en busca del ejército persa a Maratón y esperar allí a los espartanos. Dirigidos por el Polemarco Kalímaco , desde las alturas cercanas, los atenienses observaban a los persas que acampaban cerca de la costa sin atreverse a atacar. Pero uno de los estrategos, Miltiades, de 64 años de edad, convenció a sus compatriotas de presentar batalla a Artaphernes. Diez mil griegos, dirigidos ahora por Miltiades, atacaron a un ejército que los duplicaba en número. El resultado de la batalla fue de 6.400 persas muertos y de apenas 192 hoplitas caídos. El triunfo de Maratón significó el fracaso de la expedición persa que luego de dirigirse a Atenas y de encontrar allí al mismo ejército vencedor ya esperándolo, volvió a Asia para comunicar a Darío la mala nueva. Cuando finalmente los espartanos llegaron al campo de batalla no podían creer la hazaña lograda por los atenienses. Pero diez años después, en Termópilas, tendrían la oportunidad de demostrar su valor cuando el hijo de Darío, Jerjes, fuera desafiado por Leonidas y sus trescientos.

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