LA INDUSTRIA SIDERÚRGICA EN LA ARGENTINA


General Savio
Hacia 1880 la Argentina se había insertado al mercado mundial como productor de cereales, oleaginosas y ganado fuertemente ligada con Inglaterra desde donde llegaban grandes inversiones y productos elaborados. La industrialización era incipiente y atrasada, carecía de industria siderúrgica y dependía del exterior para su aprovisionamiento.

A principios del siglo XX, terminaba la expansión agrícola, el estallido de la Primera Guerra Mundial trajo aparejado una disminución considerable de las importaciones. La industria nacional, que funcionaba a base de insumos importados, se vio en apuros para tratar de suplirlos. Pero la interrupción no fue lo suficientemente duradera, y al terminar el conflicto, Inglaterra recuperó rápidamente su mercado. Esta situación volvió a producirse en 1930, pero esta vez el sector fabril logró desarrollarse a pesar de la falta de apoyo estatal. Con el proceso de sustitución de importaciones comenzaron a aparecer las primeras plantas siderúrgicas en 1937.


Los sectores militares alentaban la industrialización del país con intervención estatal. Enrique Mosconi fue entre 1922 y 1930 el primer director de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) donde impulsó el desarrollo de la petroquímica, opuesto a las grandes compañías americanas y británicas. En 1925 inauguró la destilería de La Plata. Entre 1922 y 1930 aumentó considerablemente la producción. En 1930, con el golpe militar de José Félix Uriburu, fue apartado de su cargo.

Después del Golpe, el General Savio creó la Escuela Superior Técnica, como primer paso de un proyecto de industrialización a gran escala. El 11 de mayo de 1938 elevó al ministerio de Guerra el proyecto para la creación de la Dirección General de Fabricaciones Militares, creada por decreto el 10 de diciembre de 1941.

En 1943, en plena Guerra Mundial, con las importaciones de acero muy escasas debido al conflicto, Savio creó Altos Hornos Zapla, dirigida por Fabricaciones Militares, producía acero con carbón de leña y mineral de hierro de Palpalá. El principal objetivo era proveer de armamento y liberarlo de la dependencia externa en este ámbito, pero se transformó en la industria de base de la Argentina.

Pero Savio deseaba además desarrollar una industria siderúrgica integrada. Bajo DGFM y con el apoyo estatal se sancionó el Plan Siderúrgico Argentino aprobado en 1947 que dio origen a SOMISA (Sociedad Mixta Siderurgia Argentina). La empresa se constituyó con un capital inicial de 100 millones de dólares, con un 80 % de aporte del Estado Nacional y el resto de privados. En 1942 se fundó Acindar en Rosario aprovechando la proximidad del Río Paraná. Di Tella, dueño de la fábrica de electrodomésticos Siam, tentó a Rocca a instalarse en la Argentina y en 1945 fundó Techint que en 1954 instalaría Siderca en Campana.

Con el peronismo se fortaleció el mercado interno con mayores restricciones a las importaciones y una mejora del poder adquisitivo del trabajador. A la muerte de Savio en 1948 la industria parecía entrar en crisis y Somisa recién vería la luz el 25 de julio de 1960 durante el gobierno de Frondizi. Sin embargo, antes de ser derrocado en el golpe militar de 1961, Frondizi pudo cumplir con la inauguración de Somisa y el autoabastecimiento petrolero.

La materia prima era un problema, el hierro de Palpalá no era de suficiente calidad, por lo que se debió importarlo. Recién en 1968 se inició la extracción de Sierra Grande, aunque a un costo mayor ya que era sacado de túneles profundos. Lo mismo sucedió con el carbón mineral de Río Turbio.

En la década del 70' cambia la tecnología y comienza a utilizarse hornos eléctricos. Somisa se especializó en la producción de aceros planos para la industria automotriz y maquinaria agrícola. Acindar en aceros largos y Siderca en tubos para hidrocarburos. Con la contracción del mercado Somisa experimento exceso de producción y con la inauguración del segundo alto horno en 1974, se apagó el primero.

El golpe militar de 1976 generó profundas transformaciones económicas. La apertura económica al capital financiero, la eliminación de la industria ineficiente y su sustitución por mercaderías importadas. Si bien el ministro Martinez de Hoz apoyó algunos grupos poderosos, desarticuló la pequeña y mediana industria. La caída de la demanda interna cerró muchas fábricas. Acindar se fusionó con sus competidores y se perdieron 11.000 puestos de trabajo en el sector. Techint se convirtió en un gran conglomerado industrial con la compra de Siat. Mientras, las siderúrgicas más pequeñas quebraban mostrando una gran concentración en el sector.

Con la llegada de la democracia el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial insistían en la necesidad de achicamiento del Estado y la privatización de empresas. A ello se sumó la necesidad de una costosa modernización para ajustarse al mercado externo. En medio de presiones externas, se decidió la privatización de Somisa, anunciado durante la presidencia de Alfonsín y realizado durante la de Menem.

La empresa fue intervenida, su planta fue reducida de 12 mil a 6 mil trabajadores y su producción fue vendida a bajos costos para producir pérdidas y otorgar un argumento válido para su venta. Somisa fue comprada y redenominada Aceros Paraná. Poco después Acindar formó también parte del consorcio. Con la venta de Altos Hornos Zapla, el sector siderúrgico quedó totalmente en manos privadas. En 1993 Propulsora Siderúrgica se fusionó a otras empresas para dar forma a Siderar. 


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