TAHUANTINSUYU


De acuerdo al mito, el primer emperador, “Manco Cápac”, dirigió hacia el 1200 DC, a los incas desde el lago Titicaca hasta el valle de Cuzco donde fundaron su capital. A partir de allí expandieron y reorganizaron su sistema social y político. Unidos bajo la lengua quechua, una sola religión estatal y un único sistema administrativo; extendieron su imperio, el Tahuantinsuyu, sobre la Cordillera de los Andes, desde Ecuador hasta Chile. La palabra “Tahuantinsuyu”, significa “la tierra de los cuatro suyus” o cuartos del mundo. Con Cuzco como centro, el “Antisuyu” se extendía el este , el “Cuntisuyu” al oeste, el “Collasuyu” al sur de Cuzco (era el más extenso y se extendía hasta el extremo noroeste de Argentina) y el “Chincasuyu” era la región norteña que llegaba hasta Ecuador y Colombia.
Los suyus fueron subdivididos a su vez en unidades más pequeñas. bajo el control de un gobernador que controlaba 10 distritos, cada uno con una población aproximada de 10.000 agricultores. Otro oficial del gobierno controlaba a unos 1000 agricultores y un capataz vigilaba cada 100, finalmente, en el nivel más bajo, un oficial administrativo controlaba a 10 trabajadores. La población cada tanto era desplazada en forma obligatoria donde se necesitaba mano de obra para trabajos agrícolas o la minería y por motivos políticos. Se establecían también personas que hablaran la lengua quechua en las regiones recién conquistadas.


Terrazas de cultivo (LIFE)
El trabajo público incaico fue desarrollado a través de un impuesto que se denominaba “mita”. Mediante este sistema, los incas construyeron unos 16.000 kilómetros de caminos pavimentados con piedras que llegaban hasta cada villa. Los gobiernos locales mantenían “tambos” o casas de descanso cada jornada de marcha aprovisionadas con comida y equipamiento para los “chasquis” que se encargaban de llevar y traer los mensajes. También construyeron puentes colgantes con cuerdas que llegaban a medir casi 100 metros. Para incrementar la producción agrícola el imperio construyó terrazas de piedra en las laderas de los Andes y silos donde almacenaban los granos. El gobierno distribuía este grano entre las personas durante los tiempos de escasez y hambre y también como forma de pago de los trabajos públicos. Los grandes templos, palacios y fortalezas de piedra estaban hechos de enormes rocas que eran transportadas con la ayuda de rollos de madera y encajaban unas con otras en forma tan perfecta que no era necesaria ninguna argamasa para unirlas.

El emperador, considerado “hijo del sol”, era el propietario de todas las tierras del imperio, vivía en un palacio deslumbrante con paredes de oro y plata, llevaba un flequillo de oro sobre su frente como emblema de su jerarquía y sus mantas estaban hechas lana de vicuña. Tradicionalmente, se casaba con su hermana mayor a quien tomaba como su esposa principal. El próximo emperador era elegido entre los hijos nacidos de esta unión. La realeza y la nobleza estaban exentos del pago de impuestos y tenían privilegios como concesión de tierras, llamas, ropas finas y literas donde los nobles eran transportados por personas de menor nivel social.

Ruinas incaicas (LIFE)
Los agricultores incas, en contraste, llevaban una vida de duro trabajo. La sociedad incaica se organiaba en torno a los “ayllus” que eran clanes familiares que vivían comunitariamente y compartían la tierra, animales y cosechas. Trabajaba además campos adicionales para mantener al emperador y al estado. Algunos escapaban al trabajo duro, especialmente los chicos con ciertas habilidades eran entrenados y utilizados para servir al emperador. También estaban exentos del trabajo duro los yanaconas, chicos inteligentes que eran entrenados y empleados por el emperador como sirvientes o asistentes. Algunas niñas también recibían educación como “mujeres elegidas”. Las más hermosas de las niñas de 10 años de edad de cada ayllu eran seleccionadas y ubicadas en el hogar de un noble o del emperador. En ocasiones, eran sacrificadas a los dioses en la cima de los picos de los Andes.

Una casa típica inca consistía en un edificio rectangular de una sola habitación hecha de ladrillos de adobe o roca con techo de hojas secas o paja a dos aguas, sin ventanas ni chimenea. Por la noche las personas dormían sobre el piso alrededor de una estufa primitiva, que estaba construida de piedras cementadas con barro. Los pobres y los ricos se vestían de la misma forma básica: Los hombres llevaban taparrabos, túnicas hasta las rodillas y ponchos. Las mujeres vestían largos vestidos y capas atadas con un broche de cobre, plata u oro. Todas las ropas estaban hechas de lana tejida o algodón. Los hombres ataban sus cabellos con el estilo que distinguía al ayllu al que pertenecían.

La agricultura era la base de la economía. Cada ayllu se autoabastecida trabajando cooperativamente. El cultivo en terrazas consistia en construir paredes de piedra para crear campos elevados de cultivo. Estos formaban escalones sobre las laderas de las sierras que representaban más tierras arables y evitaban la erosión del suelo durante las lluvias. Construyeron además complejos canales para llevar agua a las terrazas y utilizaron fertilizantes naturales como el “guano”, muy abundante en las áreas costeras.

Secado del maíz (LIFE)
Las tareas eran realizadas a mano, ya que carecían de herramientas complejas y desconcían la rueda. Sus simples implementos eran un pesado palo de madera o arado de pie llamado “taclla”, un mazo con una piedra para romper los terrones de tierra, una pala de bronce y un palo cavador. Cultivaban más de 20 variedades de maíz; 240 variedades de papa y una o más variedades de poroto, ajíes, cacahuate y mandioca. Por lejos el más importante era la papa. Los incas sembraban la papa hasta alturas de 4.600 mts. A esas alturas, utilizaban las temperaturas heladas de la noche y el calor del día para congelar y secar las papas hasta que toda la humedad era eliminada. Entonces reducían la tubérculo a una harina ligera. El maíz se consumía fresco, seco, como pochoclo o lo convertían en un brebaje alcohólico conocido como “saraiaka” o “chicha”.

Los camélidos, como las llamas, alpacas y vicuñas, eran muy importantes. Aparte de ser utilizadas como animales de carga, las llamas y alpacas proveían lana y heces, que era utilizada como combustible. La lana más fina provenía de la vicuña salvaje, la cual era atrapada, esquilada, y liberada nuevamente. Los incas también criaban cobayos, patos y perros que eran las fuentes principales de proteínas.

El dios supremo de los incas era “Viracocha”, pero también adoraban al dios sol, “Inti” y otras deidades menores. Además creían que ciertos objetos y lugares eran sagrados: un “huacas” podía ser un gran templo, una montaña, una fuente de agua o un pequeño amuleto. Cada familia inca tenía un huaca que era colocado en un nicho en el hogar y al que se le ofrecían ofrendas. También creían en una vida después de la muerte y adoraban a los espíritus de sus ancestros. Los cuerpos de los gobernantes muertos estaban entre las reliquias más preciadas del imperio, eran tratados como sí aún estuvieran con vida, atendidos por sirvientes en sus palacios y consultados diariamente sobre los más diversos asuntos. Cuando una persona moría, su cuerpo era embalsamado y colocado en una tumba con alimentos y chicha. La familia del muerto realizaba la ceremonia funeral de ocho días y vestía ropas negras durante un año. En muchos ritos, eran ofrecidos a los dioses sacrificios, usualmente llamas, pero en tiempos de desastre, podían ser sacrificados niños o mujeres elegidas. Los sacerdotes predecían el futuro y trataban las enfermedades, ya que estas se pensaba eran el resultado de un mal pensamiento de una persona o de un dios.


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