FILIPO DE MACEDONIA
Macedonia, el país montañoso del norte, era considerado parte de la hélade, pero a sus habitantes se los tenía por rudos e incivilizados. El más pequeño de los tres hijos del rey, Filipo, tenía solo quince años cuando fue llevado a Tebas (entonces en la cima de su poder) como rehén del general Epanimondas. Allí absorbería la cultura griega por tres años.
Luego de la muerte de sus hermanos mayores, logró convertirse en el nuevo líder e iniciar una serie de reformas militares y administrativas. Tras someter a las tribus vecinas, comenzó su expansión militar conquistando Tracia.
En 335 estalló la “Guerra Santa” que envolvió a todas las ciudades comprometidas en la defensa del Templo de Delfos. Macedonia ofreció su protección también y aprovechó para tender lazos diplomáticos y crear alianzas que la favorecieran. Así todo el norte de Grecia cayó bajo su control.
En los años siguientes ni Atenas, ni Esparta se movieron para evitar el crecimiento de Filipo; hasta que el fracasado sitio de Bizancio fue tomado como la oportunidad para unirse en su contra. Tebas y Atenas lideraron un ejército que se enfrentó a los macedonios en Queronea y fueron totalmente derrotados. Sin embargo, Filipo fue generoso en la victoria, ofreciendo a Atenas un trato razonable. Así logró finalmente el control total de Grecia.
Filipo creó entonces la Liga de Corinto e informó a la misma de sus planes de invadir Persia. Los miembros acordaron mantener la paz dentro de Grecia y proveer armas y hombres para la expedición. Un año después, en 336, sería asesinado por uno de sus guardaespaldas.
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