ALFRED WEGENER


“¿No encaja la costa este de Sudamérica con la costa oeste de África como si alguna vez hubieran estado unidas?” Escribió Wegener a su futura esposa en Diciembre de 1910.

En el otoño siguiente, Wegener se encontró con una serie de escritos que promovían la teoría de que África y Sudamérica habían estado unidas por un puente terrestre que se había hundido en el océano. Estos citaban como evidencia fósil los animales idénticos que habían vivido en ambas áreas simultáneamente cientos de millones de años atrás.

Pocos meses después, el 6 de enero de 1912, propuso a la Asociación Geológica en Frankfurt su nueva teoría. Descartando el concepto sobre hundimiento y puentes terrestres, planteó en su lugar una nueva visión sobre continentes en movimiento y mares en expansión para explicar la evolución de la geología terrestre. Wegener había lanzado una revolución.

En 1915, Wegener escribió uno de los libros más controversiales de la historia de la ciencia: El Origen de Los Continentes y Océanos, pero el estallido de la Primera Guerra Mundial no permitió que se conociera fuera de Alemania.

Wegener comenzó por demoler la teoría de que grandes puentes de tierra habían alguna vez conectado a los continentes y que se habían hundido en el mar como consecuencia de un enfriamiento general y una contracción de la Tierra. Él señaló que los continentes están hechos de un tipo de roca diferente, menos densa (granito) que el basalto volcánico que conforma el suelo del océano. También propuso que los continentes se mueven arriba y abajo para mantener el equilibrio en un proceso denominado isostasia. En base a que la evidencia fósil y geológica mostraba que alguna vez los continentes habían estado unidos, la única alternativa posible era que estos de alguna forma se habían movido hasta separarse.

Ofrece también una mejor explicación sobre el origen de las montañas. De acuerdo a la teoría de la contracción terrestre, estas se habrían originado como arrugas que se forman en la piel de una manzana seca. Wegener explicó que su formación se produjo cuando los el borde de un continente en movimiento choca y se pliega. La evidencia fósil le indicaba la existencia, unos 300 millones de años atrás, de un supercontinente que se extendía de polo a polo. Lo llamó Pangea y dedujo que habría comenzado a dividirse hace unos 200 millones de años.

Salvo por pocas excepciones, la comunidad científica reaccionó hostilmente hacia la teoría de Wegener. Una ola de rencor y odio se levantó en su contra. Wegener no pudo acceder al profesorado en ninguna universidad alemana. En una exposición en Nueva Cork muchos presentes se limitaron a burlarse e insultarlo. Pero Wegener no dijo nada, simplemente se sentó a fumar su pipa. Su actitud se asemejaba a la de Galileo quien al ser forzado a rechazar la teoría de Copérnico de que la Tierra se mueve alrededor del Sol, murmuró: “no obstante se mueve”.

Científicamente, el caso de Wegener no era tan claro como el de Galileo, el que estaba basado en matemáticas. Su mayor problema era encontrar las fuerzas que pudiera hacer a los continentes moverse. Halló dos posibles: la fuerza centrífuga que produce el movimiento de rotación terrestre y las ondas generadas por la Tierra misma ante la fuerza gravitatoria del sol y la luna. Pero se dio cuenta que estas eran inadecuadas, aunque dedujo que las fuerzas que mueven los continentes son las mismas que dan origen a las montañas, terremotos y volcanes.

Fuente: Patrick Hughes,  http://earthobservatory.nasa.gov/
Imagen: Life

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