Tartagal…. Otra vez

Hoy, 10 de febrero de 2009, los argentinos nos levantamos con una trágica noticia que nos sumió en un estado de tristeza y déjà vu. En la norteña comunidad de Tartagal, muy lejos de la populosa y egocéntrica Buenos Aires, un alud de barro irrumpió en la ciudad arrasando casas, vehículos, animales y personas y causando un número todavía no determinado de muertos y cuantiosas pérdidas materiales.

Nadie que vea las impresionantes imágenes que durante todo el día transmiten los medios del país puede dejar de remontarse a los hechos ocurridos en el año 2006, cuando el río Tartagal desbordó y provocó la destrucción de puentes, caminos y casas en esa misma localidad. La imagen mental que se presenta es de casas enteras cayendo a las aguas furiosas ante la fuerza erosiva del río y las personas lamentándose ante la fatalidad de un hecho natural.

¿Un hecho natural?

Aunque la erosión es, efectivamente, un proceso natural; este acontecimiento deja al descubierto las consecuencias que genera en las comunidades la explotación indiscriminada de los bosques. Explotación amparada por el poder político, responsable por la conservación de los recursos naturales y la protección de las personas, sus bienes y su calidad de vida.

Concretamente, en la provincia de Salta, durante la gestión del ex gobernador Romero; los desmontes en la selva basal de las yungas se incrementaron notablemente, principalmente con el objeto de abrir espacios para la agricultura. Los datos muestran que el departamento de San Martín, donde se ubica Tartagal, es uno de los dos más afectados por esta actividad. Mientras, la esperada Ley de Bosques sigue sin ser reglamentada.

La pérdida de la cubierta vegetal, deja al suelo expuesto a la erosión hídrica y al lavado de suelos que se traduce en el transporte se material en suspensión por efecto de la gravedad hacia las áreas más bajas. A partir de allí, solo hace faltan dos cosas para general un desastre: un dique natural y lluvias abundantes.

Los argentinos que no vivimos este desastre solo podemos imaginarnos qué se siente ver una pared de barro (lo suficientemente poderosa como para convertir un puente ferroviario en un montón de hierros retorcidos) irrumpir en tu hogar, destruir todos tus bienes y llevarse a tus seres queridos. Tal vez es hora de preguntarnos quiénes son los responsables de lo sucedido, antes de que los medios encuentren otra noticia y la atención del país se desvíe hacia lo urgente.

Y vuelva a ocurrir.







Fuente: Greenpeace







En las imágenes: vistas satelitales de las áreas próximas a la ciudad de Tartagal en 2006 y 2009. No hacen falta mayores explicaciones.

Fuente: Google Earth

Comentarios

Entradas populares