Erosión Hídrica Acelerada


Los sistemas de desagüe superficial se caracterizan por poseer una red de cursos de agua más o menos finos que se encargan de erosionar y transportar los sedimentos hacia las áreas más bajas, potenciados por la fuerza de gravedad.


El agua que corre por las vertientes sin estar encausada en un curso de agua, se denomina “agua de arroyada” y puede adoptar múltiples formas.


Al producirse una fuerte precipitación, si existe una abundante vegetación; parte de la fuerza erosiva queda retenida en las hojas y tallos en forma de finas gotas. Este fenómeno es denominado “interceptación”.


Entonces, parte del agua se evaporará desde las hojas, otra parte se infiltrará en el suelo y el resto se acumulará en charcos o diques naturales (retención superficial), hasta formar aguas de arroyada.


En presencia de una ladera más o menos abrupta, la cantidad de agua y su fuerza erosiva se irán incrementando a manera que baja por la vertiente hasta confluir en un torrente principal.


La erosión hídrica del suelo es un proceso natural que puede ser acelerado como consecuencia de las actividades humanas. Principalmente cuando se alteran las condiciones de la cobertura vegetal del suelo: la destrucción de la vegetación para abrir terrenos para el cultivo o por incendios forestales. En este caso, desaparece la interceptación, y la lluvia cae directamente sobre el suelo.


Esta “erosión por salpicadura” puede cambiar de lugar enormes cantidades de material en caso de una tormenta violenta (hasta 225 toneladas por hectárea). También se modifica la capacidad del suelo de absorber, debido a que el material movido por la salpicadura tapona las aberturas y porosidades naturales del suelo, aumentando enormemente el torrente y su fuerza erosiva.


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