El Universo de los mayas

El libro de Popol vuh relata como los dioses del inframundo o Xibalba retaron a los abuelos creadores del relámpago y el mar a un juego de pelota, los vencieron y sacrificaron. Los hijos de uno de ellos, los gemelos Hunahpú y Xbanalanque, lograrían vengarse y emerger finalmente como el sol y la luna.

Los dioses, intentaron crear al Hombre de madera y barro pero fracasaron, construyeron entonces otros de maíz que los reconocieron como deidades y comenzaron a adorar. El sol inició así su movimiento, cuando estos ofrecieron los primeros sacrificios.

El universo de los mayas estaba formado por tres capas principales: el cielo, la tierra y el inframundo. Cada uno de ellos formado a su vez de numerosas capas. En el centro de la tierra, que era rectangular, se elevaba la Gran Madre Ceiba, que atravesaba los tres niveles. Las construcciones, como las pirámides, se erigían imitando este diseño cosmológico.

El panteón maya reunía a más de 165 dioses que se manifestaban a través de las fuerzas de la naturaleza, de animales, del maíz y de figuras humanas. Uno de los principales es Kukulcán, creador del universo, conocido como Quetzalcoatl, la serpiente emplumada, entre los aztecas.

La sangre constituía un elemento importante en todas las ceremonias sagradas. La misma fluía abundantemente de aquellos desafortunados que eran elegidos para el sacrificio o del cuerpo mismo de gobernantes y sacerdotes, que de tanto en tanto, acostumbraban perforarse lengua, orejas y partes íntimas para realizar sus ofrendas personales a los dioses. La forma más común de obtener víctimas para los sacrificios era la guerra, la cual se regía astronómicamente por el planeta Venus. La sangre mantenía el delicado equilibrio del cosmos. Los sacerdotes utilizaban alucinógenos, como hongos, peyote, tabaco salvaje, hongos o piel de sapo, para alcanzar el éxtasis necesario en los rituales o para sosegar el dolor.

Uno de los aspectos particulares de la cultura maya es el juego de pelota. El mismo se realizaba en forma ceremonial o como simple recreación. Los jugadores se cubrían la cabeza y las caderas con protección y la pelota se fabricaba con latex y en ocasiones contenía en su interior el cráneo del capitán del último equipo derrotado.

Se cree que los aztecas practicaban una agricultura itinerante de tala y quema, de la que obtenían una gran variedad de productos que conformaban su dieta diario. Sin dudas, la base de su alimentación era el maíz, el cual molían para hacer harina y comían en forma de tortillas o tamales. Pero también consumían frijoles, calabaza, camote (batata), chiles, tomates, yuca (mandioca), cacao, chaya (una hierba), carne, miel.

Se cree, sin embargo, que la escasez de cursos de agua superficiales en la región del Petén obligó a los mayas a desarrollar el manejo hídrico y una agricultura intensiva que habría obtenido los rendimientos suficientes para sostener la gran concentración poblacional que habría albergado la región, que se calcula en 2.400 h/km2.

El abandono de muchas ciudades mayas cerca del 900 d. C., en un proceso que duró unos 100 años coincidió tal vez con un colapso de los recursos del área debido a la superpoblación. La deforestación habría elevado la erosión y la evaporación, limitando la agricultura y la producción de alimentos y repercutiendo en una crisis social y política que habría conducido a guerras de exterminio y a una caída dramática de la población.

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