JOSÉ GABRIEL CONDORCANQUI

José Gabriel Condorcanqui, también conocido como Túpac Amaru II, nació el 19 de marzo de 1738 en Surimaná, actual Perú. Descendiente directo del último Sapa Inca Túpac Amaru y cacique de Pampamarca, Tungasuca y Surimana, contaba con una buena posición económica. Se dedicaba principalmente al comercio, transportando mercaderías para abastecer las minas de Potosí para lo cual contaba con una recua de más de trescientas mulas.



Testigo de la explotación y malos tratos a los que eran sometidos los indígenas del Perú, Condorcanqui viajó en 1778 a Lima para solicitar a las autoridades que pusieran fin al sistema de mita, por el cual miles de indígenas eran llevados en forma obligatoria a trabajar en las minas en condiciones deplorables. Por supuesto, las autoridades españolas rechazaron sus pretensiones.



Es entonces cuando decidió iniciar la sublevación. El 4 de noviembre de 1780, dirigidos por Condorcanqui, indígenas del pueblo de Tinta apresaron, enjuiciaron y ejecutaron al corregidor Antonio de Arriaga. Pronto la insurrección se extiende y miles de indígenas se suman dispuestos a luchar hasta la muerte. El 18 de noviembre el numeroso pero improvisado ejercito de Condorcanqui se enfrentó a las tropas españolas en Sangarará y resultó victorioso. Pero mientras el ejército indígena marcha hacia el sur ganando cada día más seguidores, el virrey de Lima, Agustín de Jáuregui envió a Cusco siete mil hombres al mando del visitador Antonio de Areche. Los encuentros de tungasuca, el 10 de enero de 1781, y de Tinta el 6 de abril de 1781, resultarán en derrota para Condorcanqui, que es apresado por las autoridades, conducido a Cusco y sometido a terribles torturas.  



Inmediatamente las autoridades españolas decidieron dar un ejemplo a la población indígena del Perú. Condorcanqui, esposa y familia fueron condenados a muerte en ejecución pública. Primero fueron muertos su tío Francisco, su hijo Hipólito y su esposa Micaela según relata un testigo de los hechos: “(…) A Francisco Túpac Amaru, tío del insurgente, y a su hijo Hipólito, se les cortó la lengua antes de arrojarlos de la escalera de la horca. A la india Condemaita se le dio garrote en un tabladillo con un torno de fierro… habiendo el indio y su mujer visto con sus ojos ejecutar estos suplicios hasta en su hijo Hipólito, que fue el último que subió a la horca. Luego subió la india Micaela al tablado, donde asimismo en presencia del marido se le cortó la lengua y se le dio garrote, en que padeció infinito, porque, teniendo el pescuezo muy delgado, no podía el torno ahogarla, y fue menester que los verdugos, echándole lazos al cuello, tirando de una a otra parte, y dándole patadas en el estómago y pechos, la acabasen de matar.



Luego sería el turno de Condorcanqui: “Cerró la función el rebelde José Gabriel, a quien se le sacó a media plaza: allí le cortó la lengua el verdugo, y despojado de los grillos y esposas, lo pusieron en el suelo. Le ataron las manos y pies a cuatro lazos, y asidos éstos a las cinchas de cuatro caballos, tiraban cuatro mestizos a cuatro distintas partes: espectáculo que jamás se ha visto en esta ciudad. No sé si porque los caballos no fuesen muy fuertes, o porque el indio en realidad fuese de hierro, no pudieron absolutamente dividirlo después que por un largo rato lo estuvieron tironeando, de modo que lo tenían en el aire en un estado que parecía una araña. Tanto que el Visitador, para que no padeciese más aquel infeliz, despachó de la Compañía una orden mandando le cortase el verdugo la cabeza, como se ejecutó. Después se condujo el cuerpo debajo de la horca, donde se le sacaron los brazos y pies. (…)”

Imagen: LIFE.

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